martes, 28 de junio de 2011

Confianza en Dios

Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu mismo entendimiento: tenle presente en todos tus caminos, y él dirigirá tus senderos.”
Proverbios 3:5-6 V. M.

¿Qué es la confianza en Dios? Es ponerlo todo bajo sus cuidados, su sabiduría, su fidelidad. Para poner esto en práctica, es preciso conocerle, conocer su amor, del cual nos ha dado la prueba suprema por el don del Señor Jesús. “Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros” (1 Juan 4:16).

La confianza es relativa al amor. Es decir, podemos confiar en alguien en la medida en que conocemos su amor e interés hacia nosotros. Dios nos ha amado con un amor sin límite, por lo tanto tiene derecho a una total confianza de nuestra parte: “Confía en Jehová con todo tu corazón”.

Confiar en Dios es tanto un privilegio como un deber para sus hijos. Sería, pues, normal y justo que tuviéramos confianza en él en todo tiempo. Pero, desgraciadamente, muchas veces el Señor tiene razones para decirnos como a sus discípulos de antaño: “¿Dónde está vuestra fe?” (Lucas 8:25). El recelo que fue sembrado en el corazón de nuestros primeros padres tiene en nosotros raíces tan profundas que se precisa la sonda divina para descubrirlo y la energía renovada del Espíritu Santo para extirparlo; y mientras estemos aquí en la tierra, tendremos que seguir luchando contra nuestra propia incredulidad.

La exhortación a confiar en Dios está acompañada, en nuestro texto, de una advertencia oportuna para todos y especialmente para los jóvenes: “No te apoyes en tu mismo entendimiento”. Esto no quiere decir que nuestro entendimiento o inteligencia sea inútil, sino que siempre debe estar subordinada a la voluntad de Dios. Somos tan rápidos en forjar proyectos, en tomar decisiones, en comprometernos en diferentes actividades, sin antes orar y sin dejarnos conducir por el Señor. Debemos escuchar lo que nos dice la Escritura y no hacer nada sin ponernos en las manos de Dios, pues, se nos dice que “no hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová” (Proverbios 21:30).

“Tenle presente en todos tus caminos”. La forma de esta exhortación, ¿no nos deja entrever que, aun estando en relación con Dios, corremos el peligro de conducirnos como si no le conociéramos? Reconocerlo en todos nuestros caminos es poner delante de él todas las cosas. Cuanto más ponemos en práctica este privilegio, mejor nos sentimos. Nunca un creyente ha tenido que lamentarse de haber confiado en Dios, mientras que la confianza en la carne ha sido la causa de muchas penas.

En cada camino nuevo es preciso conocer al Señor, es decir, invocarle, escucharle y obedecerle; de lo contrario nos exponemos a merecer el reproche dirigido por Elías a los mensajeros de Ocozías: “¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?” (2 Reyes 1:3). Si no oramos, nos conducimos como si Dios no existiera; y aunque no consultemos directamente a los malos espíritus, nuestra independencia en cuanto a Dios así como nuestra propia voluntad nos entregan a la influencia de ellos.

Las felices experiencias que hemos vivido pueden sernos muy útiles, pero no nos dan ninguna seguridad para el futuro, ya que después de haber obtenido una victoria o una bendición por la fe, a menudo nos vuelve a faltar la confianza en Dios. Encontramos una prueba de ello en la historia de Asa (2 Crónicas 14-16).

Refiriéndose a los hermosos días de este rey, Hanani, el vidente, le dijo: “Porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos” (16:8). Pero luego, el rey perdió su confianza en Dios (16:9). ¿Qué había hecho de las enseñanzas de Azarías? “Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará” (15:2) ¿Qué quedaba del compromiso y del juramento que había hecho junto con todo el pueblo, acerca de buscar a Dios, el Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma (15:12)?

* * *
“Él dirigirá tus senderos”. Dios quiere guiarnos de una manera tan segura como condujo a los israelitas de Egipto a Canaán. Durante el día nunca les faltó la nube, ni la columna de fuego durante la noche. Para marchar por el buen camino, los fieles sólo tenían que seguir los signos de la presencia de Dios en medio de ellos. Si tomaban otro camino y se extraviaban, lo hacían voluntariamente.

Hoy, Dios nos dirige por medio de su Palabra. Si no siempre hallamos en ella explicaciones concretas en relación a cada uno de los detalles de la vida, no deja de enseñarnos los grandes principios divinos que deben regir nuestras vidas. El Espíritu Santo también está con nosotros para enseñarnos sobre todas las cosas; pero debemos estar plenamente convencidos de que nunca nos conducirá por caminos diferentes a los que la Palabra nos propone. Acordémonos del varón de Dios de Judá que se dejó seducir por un viejo profeta (1 Reyes 13) y hagamos todo lo posible para evitar las trampas que nos tiende el enemigo.

Para ser los beneficiarios de las promesas divinas es preciso cumplir con las condiciones que exigen: “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados” (Proverbios 16:3). “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4). La fe en Dios y la comunión con él forman nuestros pensamientos y producen en nosotros el deseo de que su voluntad sea hecha. Cuando nos deleitamos en Dios, nuestras peticiones se elevan hasta la altura de sus pensamientos.
Tengamos una voluntad franca para seguir al Maestro. En cada decisión, consultemos al Señor. Si la fidelidad exige sacrificios de nuestra parte, no temamos; la pérdida será provechosa, pues Dios es galardonador de los que le buscan. En vez de dar traspiés en las tinieblas, tendremos al Señor Jesús para tomarnos de la mano y conducirnos por el camino donde la luz resplandeciente va creciendo hasta que se establezca el día perfecto.

Al escribir estas líneas pienso en los jóvenes que sufren una enfermedad, que pasan por una penosa contrariedad o una dolorosa prueba. Para ustedes, queridos amigos, mis mejores sentimientos. Muchos de ustedes podrían decir, como Job, que sus proyectos —“los designios de mi corazón” (Job 17:11)— se han frustrado, y como Jeremías: “Cercó (Dios) mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos” (Lamentaciones 3:9). Quizás alguno de ustedes tiene una enfermedad incurable o está pasando por una prueba desgarradora e irreparable. Tengan ánimo, el texto que hoy meditamos también es para ustedes. ¿Qué les separará del amor de Cristo? Tengan confianza, no razonen sobre los caminos misteriosos de Dios; invóquenle tanto más cuanto que son probados. Les librará si lo cree conveniente, pero de todas maneras dirigirá sus pasos. Les conducirá a las cumbres más altas y hará sus pies como de ciervas (Salmo 18:33). Cantarán como “el dulce cantor de Israel” y como “el hombre que ha visto aflicción”: “La misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen”. “Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud” (Salmo 103:17 y Lamentaciones 3:1, 25-27).

Quizás este pequeño escrito llegue a las manos de un joven descarriado que no ha seguido el consejo de la Sabiduría. Querido amigo, no persevere en un camino equivocado. El Señor le ama y le invita a volver a él: “Vuelve… a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien... porque en ti el huérfano alcanzará misericordia” (Oseas 14:1-3). Confiémonos en el Señor, y tanto más si hemos descubierto nuestro error; acudamos a él en todos nuestros caminos: él dirigirá nuestros senderos.

Aquel que reclama toda nuestra confianza, que nos advierte de la insuficiencia de nuestra inteligencia, que nos invita a tenerle presente en todos nuestros caminos, que nos promete dirigir nuestros senderos, ¿no es quien nos ama con amor eterno y quien sufrió por nosotros la terrible muerte de la cruz y el abandono de parte de Dios? ¿No pondremos nuestra confianza en él durante el corto tiempo de nuestra vida terrenal, en las pocas horas que quizá nos separan de su venida, mientras profesamos creer en él para la vida eterna? No, esto sería anormal e injusto de nuestra parte.

Creemos en ti, Señor, ¡libranos de nuestra incredulidad!

jueves, 23 de junio de 2011

5 PELIGROS para los JOVENES

1. La soberbia: Jóvenes, no sean demasiado confiados de su propio juicio. Dejen de estar tan seguros de siempre estar en lo cierto, y que otros estén equivocados. No confíen en su propia opinión, cuando la encuentren contraria a la opinión de hombres de más edad, y especialmente a la opinión de sus propios padres. La edad da experiencia, y por lo tanto merece respeto.

2. El amor al placer. “La juventud es el tiempo cuando las pasiones son más Fuertes – y como niños ingobernables, gritan a toda voz por gratificación. La juventud es el tiempo cuando generalmente somos más fuertes y sanos: la muerte parece ser muy lejana, y parece ser que deleitarnos de la vida es todo… ‘Yo sirvo a la codicia y al placer”, esa es la respuesta verídica que muchos jóvenes darían si se les pregunta, “¿De quién eres siervo?”

3. Falta de consideración. “El no pensar es una simple razón por la que miles de almas son echadas por siempre al Lago de Fuego. Los hombres no quieren considerar, no quieren mirar por delante, no miran a su alrededor, no piensan el fin del camino que están tomando, ni las consecuencias de sus días presentes, y despiertan para encontrar que están condenados por falta de pensar. Jóvenes, ninguno está en más peligro de esto que ustedes mismos. Ustedes piensan poco en los peligros que les rodean, y por eso descuidan su caminar. Odian el trabajo del pensamiento serio y quieto, y por eso hacen decisiones malas y traen encima mucha tristeza.

4. Desprecio por la religión. “Aquí también vemos uno de sus peligros especiales. Siempre he observado que nadie tiene tan poco respeto a la cristiandad como los jóvenes. Ninguno toma tan poquita parte en los servicios, cuando están presentes – usan sus Biblias tan poco – cantan menos – apenas escuchan la predicación. La mayoría se encuentran ausentes a las reuniones de oración, a los estudios bíblicos, y todas las reuniones semanales que puedan ayudar a sus almas. Parece que los jóvenes piensan que no necesitan estas cosas – tal vez esté bien para mujeres y los ancianos, pero no para ellos. Parece que se avergüenzan de velar por sus almas: consideran una desgracia aún ir al cielo.

5. El temor a la opinión de los hombres. “Es terrible observar el poder que el temor del hombre tiene sobre nuestras mentes, y en especial sobre las mentes de los jóvenes. Pocos parecen tener opiniones propias, pocos parecen que pueden pensar por sí mismos. Como pescados muertos, van con la corriente y la marea. Lo que otros piensan es correcto, lo que otros llaman malo, ellos también lo llaman malo. Hay pocos pensadores originales en el mundo. La mayoría de los hombres son como ovejas, siguiendo un líder. Si la moda del día fuera ser católico romano, serían católicos romanos, si fuera ser islámico, serían islámicos. Temen la idea de ir contra la corriente del tiempo. En una palabra, la opinión del día llega a ser su religión, su credo, su Biblia, y su Dios”.

jueves, 16 de junio de 2011

LA ORACIÓN.

¿CUÁL ES EL ALIMENTO DIARIO PARA MANTENERNOS EN EL SEÑOR?

La oración es muy importante porque es la comunicación del hombre con Dios. Por medio de esta, el hombre expresa sus sentimientos, emociones, necesidades y anhelos a Dios, siendo también un medio para adorarle.

  1. A través de ella se intercede por los que no conocen a Dios (1ª Tim. 2:1-4).
  2. Nos ayuda en medio de la aflicción y enfermedad (Stg. 5:13-16).
  3. Tenemos autoridad sobre cualquier cosa (Stg. 5:17,18).
  4. Obtenemos poder de Dios (Hch. 4:23-31).
  5. Reconocimiento por parte de Dios (Hch. 10:1-4).
  6. Obtenemos revelación (Hch. 11:4-12).
  7. Derramamos nuestro espíritu a Dios (1º Sam. 1:1-17).
  8. Alabamos a Dios (1º Sam. 2:1-10).
  9. Confesamos nuestro pecado ante Dios (Dan. 9:3-5).
Ahora bien, ¿cómo debo orar?

La Biblia habla de una manera completa sobre este tema, y nos insta a orar a Dios de las siguientes maneras:
  1. En confianza (Mt. 7:7-8; Filp. 4:6)
  2. Con sabiduría (Stg. 4:3)
  3. Con temor a Dios (Jn. 9:31)
  4. En el nombre de Jesús (Jn. 16:24)
  5. Conforme a la voluntad de Dios (1ª Jn. 5:14)
  6. Sin hipocresía (Mt. 6:5-
  7. Con alabanza y humildad (Mt. 6:9-13)
  8. Con gratitud (Dan. 2:23; 6:10)
  9. Con insistencia (1ª Tes. 3:10; 5:17)
  10. En santidad (1ª Tim. 2:
  11. Con un propósito definido (2ª Tes. 3:1; Rom. 15:30,31; Col. 4:3)
  12. Pidiendo bendición para otros (Ef. 1:16,17; 3:14-19)
  13. En todo tiempo (Ef. 6:18; Sal. 55:17)

Como pudimos ver en estas citas (le recomiendo que las busque si no lo hizo), la oración es más que “palabrerías”, ya que está llena de poder, de unción, revelación, y bendición para nosotros y para los demás, incluso aquellos que no conocen a Dios.



EFECTOS DE LA ORACIÓN.

Mueve el corazón de Dios.

Mencionaré solo cuatro casos de los muchos que hay en la palabra de Dios, ya que son más que suficientes:

Cuando el profeta Jonás desobedeció a Dios, tuvo que pagar la consecuencia de su acción; esto lo llevó a parar al vientre de un animal marino en el cual estuvo tres días, y en ese lugar y en esa condición, Jonás consideró y elevó una oración a Dios de la siguiente manera:

“Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo:
Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste.
Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.
Entonces dije: desechado soy de delante de tus ojos; mas aun veré tu santo templo.
Las aguas me rodearon hasta el alma, me rodeó el abismo; el alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. 
Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.
Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra”. (Jonás 2:1-10).

El tercer rey de Israel, Salomón, hace también una oración con motivo de la dedicación del templo que él le había construido a Dios, mencionando lo siguiente:

“Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.

Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona”. (1º Reyes 8:28-30).

Este pasaje habla también de cómo la oración puede mover el corazón de Dios:

“…si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. (2º Cròn. 7:14).

El rey Ezequias experimentó en carne propia el efecto de la oración que tuvo lugar cuando Dios había determinado quitarle la vida:

“En aquellos días Ezequias cayó enfermo de muerte.

Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. 

Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo:

Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequias con gran lloro.

Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequias, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.

Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor de mi mismo, y por amor a David mi siervo”. (2º Reyes 20:1-6).

¡Qué grande es la misericordia de Dios! A través de estas oraciones la bondad de Dios nuestro Señor y su amor por el hombre se hacen presentes, no dejando al ser humano en su angustia, sino más bien, le rescata en medio de la prueba y de la aflicción.

Tiene efectos en el hombre.

Cuando hacemos una petición a Dios, no dudando nada, Dios responde de una manera sorprendente; tal es el caso de Nehemìas en el siguiente pasaje:

“Me dijo el rey: ¿qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judà, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.

Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del rió, para que pueda pasar hasta llegar a Judà; Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí”.

(Nehemías 2:4-

Este pasaje nos muestra cómo Nehemías puso en oración la petición que iba a hacerle al rey, ya que pensaba que el rey no le iba a permitir que fuera tan lejos, y menos a reedificar un templo que la misma gente del rey había destruido. 

Nehemías confiaba en que la oración tendría efecto sobre el rey…y efectivamente lo tuvo.

La oración no tan solo actúa en situaciones presentes, sino también a futuro.

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos…” (Jn. 17:20).

En el texto anterior, Jesús está orando por sus discípulos para que tuvieran poder, dirección de Dios, y otras bendiciones más; sin embargo, no tan solo oró por ellos, sino que también por los que habríamos de creer en él en las siguientes generaciones. ¡Gracias Jesús por haber orado por mí!



¿Responde Dios siempre a la oración?

En ocasiones Dios responde “sí” o “no” a nuestras peticiones. A veces, queda en silencio, y cuando esto último sucede es porque hay pecado en nuestra vida y eso bloquea nuestra comunión con Dios.

A continuación veremos algunos pasajes para aclarar lo anterior:

“Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas”. (1º Sam. 28:6).

Mas adelante, en este mismo pasaje se menciona:

“Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy”. (1º Sam. 28:18).

Cuando Saúl desobedeció a Dios y empezó a apartarse de él, entonces Dios ya no le siguió dando más instrucciones, por eso menciona la escritura que Dios guardó silencio y ya no le habló más.

Otro ejemplo de esto lo encontramos en los escritos de Salomón:

“Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán.

Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía…” (Proverbios 1:28-30).

Los ejemplos anteriores hablan de cómo Dios en ocasiones permanece en silencio a causa de nuestro pecado, pero a veces, la negativa es por otra razón con otro propósito:

“..me fue dado un aguijón en mi carne…respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. (2ª Cor. 12:7-9).

“Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió”. (Hch. 16:6,7).

A veces creemos que estamos haciendo o pidiendo lo correcto, y de hecho puede ser que así sea, sin embargo, aun cuando lo que pidamos sea bueno, debemos recordar que Dios nos ofrece cosas mejores que las que le pedimos. 

Cuando Dios responde a la oración, suceden cosas como las siguientes: “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo: Sol, detente en Gabaòn; y tú, luna, en el valle de Ajalòn. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.

Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel”. (Jos. 10:12-14).

Espero que el tema de la oración haya sido suficientemente claro y de interés para usted. Espero en Dios que ponga por obra lo que este estudio le haya dejado. 

Recuerde que la oración es un arma poderosa en cualquier circunstancia

Dios les bendiga

Recordando para QUIEN Trabajamos

Una de las cosas más difíciles de entender cuando trabajas con el Ministerio Juvenil es RECORDAR realmente para QUIEN Trabajas

Con una edad como la de los jóvenes, lo que es más común son : (ojos sarcásticos, las miradas desconectadas, hablando incesantemente, falta de paciencia, etc.) En medio de todo eso a veces a algun lider juvenil le llego las ganas de dejar de trabajar con ellos, pero recuerda que los jóvenes no son tus jefes.

Si eres un lider voluntario, es posible que alguien te hubiera reclutado a llenar esa posición. Aunque eres nuevo o un veterano, es fácil para confundir a la persona que te pidió a hacer el trabajo y que esa persona es el jefe. Si eres pagado para hacer el trabajo es más sencillo el paso de entender mal al que te dio el trabajo como el que está sobre ti (aunque en manera práctica, si lo son).
La línea final es ésta: cuando estás compartiendo tu corazón y las escrituras con los jovenes, tu responsabilidad es primeramente con Dios. —¡tu eres llamado a ministrar a los jovenes del Señor del universo! Los resultados de tu ministerio no debe ser medido por los jovenes que tienes en tu grupo o por los padres o por cualquier otra persona, sino por la voz de Dios que escuchas constantemente en tu corazón que dice, “bien hecho mi hijito, lo estas haciendo bien”.
Enseñar es un trabajo difícil y no estoy sugiriendo que no respetes o que ignores las ideas de la gente a tu alrededor, como los otros maestros, padres o líderes de la iglesia pero te recomiendo que recuerdes a quien REALMENTE sirves.
En Romanos 1:6, la Biblia nos recuerda que somos llamados a pertenecer a Jesús porque El es nuestra autoridad, nuestro ánimo y nuestro propósito. Cuando los resultados en el ministerio juvenil parecen ser muy pobres desde tu punto de vista, de seguro El aún está agradado con nuestros esfuerzos, si realmente te esfuerzas. Cuando tenemos el deseo de renunciar, El nos está instando a seguir.
A veces miramos a nuestro alrededor y comparamos nuestro ministerio con los demás. Siempre hay un grupo de jóvenes más grande o un lider que es mejor, las comparaciones son para olvidarnos de lo que de verdad vale "ver que los jóvenes están viendo a Jesús por medio de nosotros que nos esforzamos y hacemos la voluntad de Dios" porque nosotros como lideres solo somos instrumentos de Dios y por lo tanto debemos dejarnos usar como tal.
Jeremías ministró por 40 años y nadie lo escuchó. Pero en Jeremías 20:9 el lamentó que aunque el tratara de no predicar el evangelio, el no podía dejar de hablar de eso porque era como un fuego en sus huesos. Tú puedes ser un lider o un pastor que predica por años con resultados limitados—pero Dios tiene una vista más grande que a veces no podemos ver.
Recuerda que tu labor no es vana si estás trabajando para el Señor.
No olvides para quien trabajas y debes apoyarte en El cuando los tiempos son difíciles.
Dios te bendiga y te de sabiduria para seguir adelante amado Líder

miércoles, 15 de junio de 2011

Disfruta, que el tiempo vuela!

Los dos niños estaban vestidos y listos para el gran suceso. La emoción inundaba sus rostros y hablaban sobre un solo tema:¡Su padre les había prometido llevarlos al circo esa misma tarde!

Después del almuerzo el papá llegó a casa y rápidamente se vistió con ropa más informal. Justo cuando los tres estaban a punto de salir de la casa, sonó el teléfono.
Los chicos escucharon a su padre hablando con la persona del otro lado de la línea. Poco a poco, comenzaron a cambiar el rostro. Obviamente era una llamada de negocios. La desilusión inundó la habitación como una oscura nube. La madre también escuchó la conversación y pensó que el cambio de planes era algo inevitable. Entonces, para sorpresa de todos, escucharon a su papá decir:
- No, no iré. Tendrá que esperar hasta mañana.
Colgó el teléfono y les dijo a los chicos que lo esperaran en el auto. Al acercarse a su esposa para darle un beso de despedida, ella sonrió, y atemorizada de que su esposo hubiera tomado la decisión equivocada, le dijo:
-Sabes muy bien que el circo siempre regresa.
A lo que su esposo respondió:
-Sí, lo sé, pero la niñez no regresa.
El tiempo vuela con demasiada rapidez. Disfruta a tus hijos ahora.
Salmo 127:3
Los hijos son un regalo de Dios;
recompensa suya son.

NUESTROS HORARIOS

martes, 14 de junio de 2011

lunes, 13 de junio de 2011

Video aficionado Ministerio de Alabanza "Levantados por Dios"

                                                  
                       Una pequeña prueba del ministerio de Alabanza